Tristeza, bronca y alivio

Dicen los que dicen saber sobre las cabezas de las personas, que cuando uno termina una relación de pareja se pueden encontrar ciertos patrones que se repiten más o menos siempre, sólo que con distintas intensidades.... Es decir, ese bodrio de cosas que uno tiene en la cabeza (tanto el que toma la decisión como al que se lo lleva puesto el bondi) se puede esquematizar en tres sentimientos centrales: tristeza, enojo y alivio.

Es obvio me parece el por qué de la tristeza. Generalmente cuando uno está en pareja es porque quiere a la otra persona. Y aunque también es cierto que llega un momento en el que decimos "basta!!!!!!" no podemos negar que la expectativa de la ausencia de esas charlas, o esa mirada especial sobre ciertos temas, o simplemente ese amor (no me gusta mucho esa palabra.... viejos prejuicios) que alguna vez estuvo (en la forma que sea que se expresara) le quita sentido a muchas cosas. Esas cosas que eran imperceptibles, casi inexistentes, pasan a ser reales por la ausencia de lo que las llenaba..... Es como cuando te das cuenta por primera vez de que ya no jugas más a la escondida, aunque no sabés cuándo fue la última vez que jugaste (me encantaba jugar a la escondida).... Eso es la tristeza para mi, no jugar más a las escondidas.

También es cierto que hay enojos... varios. Y como para que no.... estamos asistiendo a un quiebre, pero no metafórico. Hay algo que se rompe. Puede ser algo intangible, inasible, algo metafísico, pero nunca algo metafórico. Hay violencia, hay palabras cargadas, hay nervios, y sí, por supuesto toda la mierda que uno acumula irremediablemente con el paso del tiempo. Hay cloacas especiales en la cabeza, ¿viste que el cerebro es como un retorcido de tubitos? Bueno, ahí adentro de los pliegues se va acumulando toda la mierdita esa que no se sabe de dónde sale hasta que aparece. Y cómo aparece.... Explota, nubla la vista como se usaba decir antes; el odio enceguece.

Y esto lleva directamente al último punto: El alivio... el gran y eufórico alivio de estar solo frente al mundo, del poder absoluto de ser uno mismo. Necesariamente la tristeza sumada a las broncas, los dolores, el quiebre son todos sentimientos movilizadores. Uno pierde el sentido, y no hay nada más fuerte, ninguna sensación más apasionante que empezar a encontrarle sentido a las cosas. Es uno y el mundo, es navegar en el río en una noche sin luna con Agustín: no hablar, no. Sólo acojonarse por el infinito, ¡y uno que tantas veces cree estar llevando el mundo al hombro! El mundo es infinito, y nosotros ínfimos, pero invulnerables. Éso es alivio, navegar en el río una noche sin luna.

Tristeza, bronca y alivio. Es lo mismo siempre, dicen. Distintas intensidades, distintas vivencias, los mismos sentimientos. Son ejes, centros gravitatorios. Son distintos, hay distintos tipos de tristeza, de bronca y de alivios. Se encuentran en distintos lugares, y cambian de persona a persona, de época a época, de cultura a cultura.

Los antiguos pensaban que la filosofía ayudaría al hombre a superar las penas que lo atormentan. Que mientras más sepamos sobre nosotros, mejor podremos conducirnos. Invirtiendo la ecuación, quizá es por eso que sufrimos, por eso nos alegramos: para pensar, para actuar. El mundo nos moviliza. Nos obliga. Nos duele, nos enoja y nos seduce. No hay movimientos lineales... No hay p entonces q. Necesariamente tenemos que dar vueltas para llegar a donde vamos, como los ríos que para llegar al mar recorren al menos unas 3 veces la distancia que los separa en línea recta de su destino (los que saben dicen que es exactamente pi veces esa distancia). Aun cuando sabemos que estamos tan cerca, vamos a viajar más, tenemos que hacerlo. En realidad no existe otra opción.

Yo, por mi parte, invito a subirse a mi piragua. El río es grande, y de noche, cuando no hay luna, acojona.

(no tengo fotos de la piragua... así que dejo una medio trilled del río)